Los acueductos eran construcciones que servían para conducir el agua. El Acueducto de los Milagros transportaba el agua desde el embalse de Proserpina hasta Augusta Emerita. La obra era subterránea hasta llegar a una piscina limaria o depósito en el que se decantaba el agua de las impurezas que arrastraba. Desde este punto, se levantaba una potente arquería que salvaba el valle del río Albarregas. Sus arcos de medio punto se apoyaban en pilares y se realizaron combinando granito y ladrillo.

Sobre estos arcos se situaba el canal superior o specus, por el que se deslizaban las aguas hasta llegar al depósito o distribuidor general, el Castellum aquae -torre del agua- situado en la calle Calvario, desde donde se distribuía a la ciudad.
Esta torre, situada en el kardo máximo, una de las dos calles principales de la ciudad romana junto con el decumano, presentaba frente a esta vía una gran fuente monumental.
